Etiquetando a Falun Gong

05-09-2020 Propaganda

"¿No es el grupo un poco... bueno, raro? Quiero decir, sé que es horrible lo que les está pasando en China y todo eso, pero..." comentó Paula.

Ella acababa de ver una recreación en la acera, de las torturas a las que los seguidores de Falun Gong son sometidos en China, y yo tenía curiosidad por saber qué había aprendido. "Entonces, ¿qué es lo que te da la impresión de que es raro ?" Le seguí la conversación, curioso.

Paula no podía responder. Después de unos primeros tímidos intentos de respuesta, finalmente logró una frase completa. "No lo sé, debe haber sido algo que escuché".

Ese breve intercambio fue revelador a la vez que inquietante para mí. Habiendo estudiado a Falun Gong y su supresión, vi en la sospecha de Paula hacia la práctica la culminación de una desagradable y malintencionada campaña política nacida en Beijing. Se podría decir que su sospecha fue diseñada. No fue una respuesta espontanea, en crudo, a su encuentro con Falun Gong sólo horas antes. De hecho, no tuvo nada que ver con nada de lo que el grupo había hecho o dicho; ella no había hablado con ninguno de ellos ni recogido la información que estaban repartiendo.

Entonces, ¿cómo fue que Paula llegó a tener esa sospecha? ¿Y por qué su idea era tan diferente a la de la gente de Taiwán, por ejemplo? ¿Y cómo pudo algo "extraño" o incluso "marginal", como Paula lo imaginaba, haber sido practicado por hasta 100 millones de personas -el equivalente a dos paises como España- en la China de los años 90? Entre los practicantes que lo fueron, después de todo, se encontraban algunos de los principales científicos, educadores e incluso funcionarios políticos y militares de China.

Seguidamente tratamos de darle sentido a esto.

Orígenes

Cuando se decretó la prohibición de Falun Gong y consecuentemente su persecución, el 20 de julio de 1999, Falun Dafa no fue "prohibido por el gobierno chino por ser una secta maligna" ese argumento nunca se usó desde el principio, porque se sabía que no era cierto.

Solo cuando los ecos de la mortal persecución a los practicantes de Falun Dafa rebasaron las fronteras de China y Jiang Zemin el líder chino en ese entonces se vio bajo la presión de tener que justificar de cara al exterior lo que estaba pasando, que, en una entrevista al diario francés Le Figaro, en octubre de 1999 –tres meses más tarde-, declaró por primera vez esta afirmación falsa.

Esa afirmación nunca fue el resultado de un análisis medido, los hallazgos de una investigación o el fruto de un debate religioso. No fue tampoco una conclusión de los teólogos, sociólogos o psicólogos y tampoco fue el consenso del gobierno.

La etiqueta apareció en un momento en que la incipiente cruzada del Partido comunista chino contra Falun Gong se había convertido en un lío de relaciones públicas. No sólo Falun Gong seguía siendo referencia a pesar de las circunstancias, sino que los medios violentos que se estaban usando en su contra -tales como la tortura y las demostraciones públicas de brutalidad policial- estaban cambiando la tendencia de la opinión pública a favor de Falun Gong. La ciudadanía china se estaba volviendo cada vez más comprensiva con la difícil situación del grupo, a pesar de que la propaganda del Partido se multiplicaba. Mientras tanto, la crítica internacional aumentaba.

Había que hacer algo para que la campaña no resultara un fracaso embarazoso y costoso. La legitimidad de su gobierno estaba siendo cuestionada severamente por algunos. Jiang necesitaba frenar desesperadamente la oleada de apoyo a Falun Gong.

Ello llevo a este movimiento político diseñado por un individuo identificado; el entonces presidente del partido comunista chino, Jiang Zemin, para justificar lo injustificable.

Según un informe interno del gobierno chino expuesto públicamente el 9 de noviembre de 1999 por el diario Washington Post, un cercano a Jiang declaraba que "…fue él, Jiang, quien ordenó que Falun Gong fuera tildado como secta y luego exigió al gobierno la aprobación de una ley que prohibiera las sectas".

La razón última, el motivo para que Jiang Zemin etiquetara a Falun Gong como una “secta”, es el mismo que le motivó a iniciar la persecución. La preservación del poder a cualquier precio.

Según la prensa internacional, "La represión fue emprendida para demostrar y solidificar el poder de la presidencia china... fuentes del Partido Comunista dijeron que el comité permanente del Politburó no apoyó unánimemente la represión y que sólo el presidente Jiang Zemin decidió que Falun Gong debía ser eliminado".

Citando a un funcionario del partido, señalaban que, "Esto obviamente es muy personal para Jiang."

¿Qué esperaba conseguir Jiang con esta etiqueta?

Dentro de China, la finalidad era abordar al menos cuatro aspectos.

Primero, se pretendía socavar la simpatía pública por los practicantes perseguidos de Falun Gong, convirtiendo la empatía en sospecha. En segundo lugar, poner en tela de juicio la integridad del grupo, para desviar la atención de los actos ilegales del Partido-Estado contra Falun Gong. En tercer lugar, deshumanizar a Falun Gong, allanando el camino para violaciones más drásticas de los derechos humanos; de hecho, la tortura y la violencia aumentaron enormemente en los años siguientes. Cuarto, hacía aparecer a los seguidores individuales de Falun Gong como "víctimas" de algún líder sectario, víctimas que el estado benevolente podría entonces "rescatar" y "rehabilitar".

Pero el término también tenía una aspiración más lejana. Una que se desarrollaría en el extranjero, más allá de las fronteras de China.

Específicamente, estaba destinado a resonar con Occidente y exonerar al Partido Comunista Chino en general y a Jiang Zemin en particular, de su responsabilidad en estos crímenes contra la humanidad.

En un informe del 14 de febrero de 2001 en la edición asiática del Wall Street Journal, se especificaba claramente como el partido comunista chino ha "adoptado con entusiasmo el lenguaje y los argumentos del movimiento anti-sectas occidental en su propaganda contra Falun Dafa... China se ha unido al movimiento anti-sectas para justificar su represión".

Otra prueba de ello, es que el propio término "secta" o "secta maligna", es una traducción manipulada del chino. Como señala Amnistía Internacional, el término chino "xiejiao" se traduce con mayor precisión como "organización herética" o religión herética. Según al menos una fuente, la etiqueta de secta, se creó con la ayuda de una compañía de relaciones públicas occidental. Fue creada para asociar a Falun Gong con los temores a las sectas en Occidente, lo cual era misión sencilla ya que Falun Gong y otros qigong con origen en China, eran en gran medida desconocidos y podían ser retratados como nefastos.

Únase a ello que, como señala Levi Browde, director ejecutivo del centro de información de Falun Dafa, “…la mayoría de los occidentales saben muy poco sobre la dictadura de China, y por lo tanto, naturalmente asumen –erróneamente- que debe operar de manera similar a los gobiernos que conocemos en Occidente”.

Los estudiosos occidentales de la religión que han estudiado Falun Gong en profundidad, como David Ownby, han señalado que Falun Gong no comparte las características de las sectas. No tiene la adoración de líderes, ni cobra cuotas; ni aísla a los practicantes de la sociedad, ni interviene en sus vidas personales, ni alienta ningún comportamiento que pueda ser interpretado como ilegal o peligroso. Estos eruditos, en cambio, lo han reconocido como un nuevo movimiento religioso.

De manera similar, un amplio número de actores internacionales -incluyendo los Relatores Especiales de las Naciones Unidas, grupos prominentes de derechos humanos y gobiernos democráticos- se han referido repetidamente a la campaña contra Falun Gong como una persecución religiosa injustificada en lugar de como una política gubernamental legítima para librar a la sociedad de una influencia supuestamente negativa.

Si acaso, entonces, tal vez el afán de los gobernantes comunistas de China encabezados por Jiang Zemin por marcar a un grupo de meditación pacifista, abierto y benevolente como una "secta malvada" parece que más bien habla de la conciencia culpable del partido comunista chino.

Esa posibilidad fue debidamente señalada entre otros por la mundialmente conocida y leída revista Time, cuando en junio de 2001 comentaba en un artículo que "ellos [los seguidores de Falun Gong] no son asesinos; mientras tanto, en sus 51 años de historia gobernando China, el Partido Comunista ha sido responsable de la muerte de decenas de millones de ciudadanos inocentes, incluyendo a sus propios partidarios. Tal vez la secta maligna sea el propio partido comunista chino de Jiang".

 

ACTÚE AHORA

En Foco

Para más información, por favor contacte con el centro de información de Falun Dafa usando nuestro formulario de contacto