Una carta abierta a Gao Zhisheng del Vicepresidente de la UE McMillan-Scott

Después de una reunión con el abogado de derechos humanos Gao Zhisheng, Edward McMillan-Scott, Vicepresidente del Parlamento Europeo, le escribió una carta en la que afirma: "Mis conclusiones son que el régimen chino sigue siendo brutal, arbitrario y paranoico ... Insto a todos los miembros del PCCh a que reconozcan que los horrores perpetrados en su nombre -el Gran Salto Adelante, la Revolución Cultural y las Masacres de Tiananmen- han provocado  80 millones de muertes".

 

 
Edward McMillan-Scott, Vicepresidente del Parlamento Europeo

 

CARTA ABIERTA a Gao Zhisheng, defensor chino de los derechos humanos

Por EDWARD MCMILLAN-SCOTT

VICEPRESIDENTE del Parlamento Europeo

4 de junio de 2006

Gracias por sus comentarios después de mi visita a Beijing del 20 al 24 de mayo de 2006, cuando entrevisté a dos ex-prisioneros de Falun Gong, que trras la entrevista les hicieron desaparecer. Por eso no me reuní con usted. Ahora me dicen que fui el primer político en tener una reunión así: si es así, insto a muchos otros a hacer lo mismo.

El Sr. Niu Jinping y su hija ahora están bajo arresto domiciliario y el Sr. Cao Dong sigue desaparecido sin que se conozca su paradero, estoy asegurandome con el régimen que su seguridad no corra peligro. El Sr. Steve Gigliotti, el ciudadano estadounidense que organizó mi reunión, fue arrestado, interrogado y deportado. Tales acciones no tienen lugar en el mundo de hoy.

La última vez que visité China y el Tíbet fue hace diez años mientras preparaba un informe para la Comisión de Asuntos Exteriores del Parlamento Europeo. Acogiendo con satisfacción el auge del comercio de China con Europa, pero también lamentando su completa falta de democracia, alenté "no sólo que se abran para hacer negocios, sino tambien en el palno politico". Si bien el comercio ha prosperado, el desarrollo político ha seguido siendo glacial y el diálogo sobre derechos humanos de la Unión Europea con China, iniciado entonces, sigue siendo en gran medida infructuoso.

Mi reciente visita como relator del Parlamento Europeo sobre el nuevo Instrumento de Democracia y Derechos Humanos de la Unión Europea, que se aplicará a partir de 2007, fue para examinar cómo podría funcionar en China. Me reuní con diplomáticos, académicos, ONG y particulares de la UE.

Mis conclusiones son que el régimen chino sigue siendo brutal, arbitrario y paranoico, pero que la inteligencia y la autodisciplina innatas de los chinos, encabezados por una sociedad civil en desarrollo y un emergente estado de derecho, deben conducir a un futuro democrático.

La condición de los prisioneros en China es cada vez más conocida, pero sólo en los últimos meses ha salido a la luz un maltrato particular -de los practicantes de Falun Gong-, a saber, la selección de los prisioneros para trasplantes de órganos y tejidos "de compatibilidad inversa", que han provocado su muerte. Se trata de un genocidio, tal como se define en el artículo 2 de la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio:

"cualquiera de los siguientes actos cometidos con la intención de destruir, total o parcialmente, un grupo nacional, étnico, racial o religioso, como tal: Matar a miembros del grupo; causar graves daños físicos o mentales a los miembros del grupo; infligir deliberadamente al grupo condiciones de vida calculadas para provocar su destrucción física en todo o en parte".

 

El abogado de derechos humanos Gao Zisheng escribió cartas abiertas al presidente chino Hu Jintao instando a detener la persecución de Falun Gong. Desde entonces está siendo vigilado continuamente por agentes de seguridad chinos y la policía.

 

Como tú, soy cristiano, por educación. Mis contactos con los practicantes de Falun Gong durante mi visita a Pekín, Hong Kong y Taiwán y posteriormente (el 1 de junio visité en Helsinki una exposición de pinturas que representaban el tratamiento de los prisioneros de Falun Gong en China) no sugieren un movimiento político. Es, si acaso, una práctica espiritual de origen de la escuela de Buda en la que cada adherente que he conocido se siente realzado mental y físicamente por una serie de ejercicios diarios de tipo Tai-chi.

Los practicantes que conocí en Beijing me hablaron de su encarcelamiento y el de sus esposas, del trato especialmente duro que sufrieron, incluyendo la privación del sueño, castigos degradantes y humillantes y palizas de hasta 20 horas seguidas para obtener denuncias contra Falun Gong. Uno de ellos dijo que conocía a 30 compañeros que habían sido golpeados hasta la muerte. Estaban al tanto de la extracción de órganos: uno había visto el cadáver de su amigo y compañero de práctica después de que se le hubieran extraído partes del cuerpo.

Desde que el régimen del Partido Comunista de China (PCCh) inició la campaña de represión contra Falun Gong en 1999, que incluyó el establecimiento de una oficina especial de represión "6-10", Falun Gong ha respondido utilizando la revelación de los hechos de la persecución y otros crímenes del régimen. Como resultado de ello, afirma que más de 10 millones de chinos han renunciado al PCCh y a sus afiliaciones.

Como politico conservador británico, he sido testigo con alivio -y he desempeñado algún papel en el fomento- de la libertad del comunismo de la que ahora disfrutan millones de europeos. Insto a todos los miembros del PCCh a que reconozcan que los horrores perpetrados en su nombre -el Gran Salto Adelante, la Revolución Cultural y las Masacres de Tiananmen- se consideran responsables de unos 80 millones de muertes.

Es ahora una cuestión de tiempo probablemente breve antes de que el régimen se derrumbe. Las enormes contradicciones económicas, la corrupción administrativa manifiesta, la disensión generalizada en el campo, el creciente valor de los grupos religiosos y la capacidad de los jóvenes para eludir las restricciones de Internet son todos precursores del cambio.

El pueblo chino tiene amigos dondequiera que el pensamiento, la religión y la asociación sean libres. El régimen no tiene amigos y, aunque lo desprecio, espero que el cambio sea tan pacífico como el proceso que puso fin a la dominación unipartidista en Europa.

Mientras tanto, como otros políticos del mundo libre, advierto a los responsables de las consecuencias del genocidio.

En este aniversario de las masacres de la Plaza de Tiananmen y de otros lugares en 1989, insto a mis colegas del Parlamento Europeo y de las asambleas libremente elegidas de todo el mundo a que vigilen sistemáticamente los abusos que ustedes han señalado tan valientemente a la atención pública. También insto a todas las embajadas de la UE en China a que presten apoyo -y, cuando sea necesario, refugio- a los defensores de los derechos humanos como usted. El futuro nos juzgará a todos.

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