En los pabellones psiquiátricos de la República Popular China, a los practicantes de Falun Gong se les inyectan regularmente drogas psicotrópicas desconocidas en dosis tóxicas. Algunas víctimas informan haber sido utilizadas como conejillos de indias y haber caído en períodos prolongados de alucinaciones después de haber sido inyectadas. Otros han sufrido graves daños en su sistema nervioso central a causa de las inyecciones. Otras, que estaban mentalmente sanas cuando se las obligó a ingresar en el hospital por razones políticas, se volvieron locas después de haber sido "tratadas" allí.
Los abusos psiquiátricos a ciudadanos que insisten en mantener opiniones que no concuerdan con la del Partido Comunista, están bien documentados y se han producido durante décadas bajo el régimen actual. Organizaciones como la Asociación Mundial de Psiquiatría (WPA), Human Rights Watch y el Comité de Tratamiento Psiquiátrico de Ginebra han informado sobre ello. La WPA trató de investigar los abusos a los practicantes de de Falun Gong en los pabellones psiquiátricos chinos, pero se le ha negado el acceso repetidamente.
La tortura en los hospitales psiquiátricos tiene para el Partido Comunista, dos propósitos principales. Primero, tiene el propósito de desacreditar a Falun Gong haciendo que sus adherentes parezcan dementes. Segundo, permite formas severas de castigo y una solución alternativa y ventajosa para manejar a aquellos que son vistos como practicamtes "duros" ya que rehúsan firmemente el ser "transformados". Las herramientas de la psiquiatría, incluyendo el shock eléctrico, los sedantes y otras drogas, se convierten -cuando las emplean contra los practicantes de Falun Gong detenidos-, en un medio de tortura y manipulación.
“Después de viajar a Beijing el 25 de abril para protestar por la prohibición de Falun Gong, fue arrestado de nuevo; el 23 de mayo, su empleador, una empresa petroquímica estatal, aprobó los documentos de compromiso que autorizaban a la policía a ingresarlo en un hospital psiquiátrico. Según el padre del Sr. Su, los médicos le inyectaron dos veces al día una sustancia desconocida, durante el tiempo de su cautiverio. Cuando el Sr. Su salió una semana después, no podía comer ni mover sus miembros normalmente. Murió diez días después.”
- Washington Post, 23 de junio de 2000
Más allá de los muros de los sanatorios, estos métodos han llegado a manos de la policía y los guardias de la prisión. Amnistía Internacional ha informado de cómo un portavoz de la policía de Pekín conectado a estos hospitales, cuando se le preguntó sobre estos abusos, explicó: "No son pacientes, están aquí para ser reeducados... La mayoría de ellos son extremistas de Falun Gong que han estado en Pekín para protestar."
Robin Munro es uno de los autores relevantes por su abundante trabajo para exponer este abuso de la psiquiatría. En su libro de 2006, China's Psychiatric Inquisition: Dissent, Psychiatry and the Law in Post-1949 China, Munro dedica un capítulo a la cuestión de la persecución psiquiátrica de los practicantes de Falun Gong en China.
Estuvimos detenidos en el Hospital Mental de la Ciudad de Xuzhou por más de tres meses. Fuimos atados a la fuerza a una cama y el asi llamado personal médico nos puso inyecciones y nos obligó a tomar una "medicina" por vía oral. También nos inyectaron drogas desconocidas. Nos desmayamos y quedamos inconscientes poco después de recibir las inyecciones. Cuando las inyecciones surtieron efecto, sufrimos un dolor extremo. Era tan severo que nos retorcíamos de dolor, gritábamos miserablemente y nos golpeábamos contra las paredes en un intento desesperado de dejarnos inconscientes para escapar del dolor
Después de que el efecto de las inyecciones desapareció, preguntamos al personal médico: "¿Por qué haceis esto y nos poneis inyecciones y otras sustancias dañinas a pesar de que estamos perfectamente sanos?" Respondieron con vergüenza: "No tenemos otra opción. Es por instrucciones de arriba. Tenemos que obedecer a nuestros responsables si queremos mantener nuestros trabajos. No queremos tratarlos de esta manera, pero no queremos perder nuestro trabajo." - Testimonio de un practicante de Falun Gong de la ciudad de Xuzhou (extraido de Informe de Investigación sobre la Persecucion a la Practica Espiritual Falun Gong)